Translate

lunes, 8 de abril de 2024

Viviendo con Perspectiva Eterna 

La Importancia de Prepararnos para el Tribunal de Dios"

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

En un mundo lleno de distracciones y preocupaciones terrenales, es fácil perder de vista la perspectiva eterna que como creyentes debemos tener. 

A menudo nos enfocamos tanto en nuestras vidas aquí en la tierra que olvidamos que somos ciudadanos del cielo y que un día daremos cuenta de nuestras acciones ante el tribunal de Dios.

 Es por eso que hoy quiero recordarles la importancia de vivir con una perspectiva eterna, pensando no solo en nuestro futuro en este mundo, sino también en nuestro futuro eterno.

Como hijos de Dios, hemos sido creados para su gloria y para cumplir su propósito en nuestras vidas. 

En Efesios 2:10, la Palabra de Dios nos dice: 

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". 

Esto significa que cada uno de nosotros tiene un propósito divino que cumplir en esta tierra, y nuestras acciones deben reflejar ese propósito.

Sin embargo, es fácil caer en la trampa del egoísmo y la búsqueda de placeres temporales, olvidando que un día daremos cuenta de todo lo que hemos hecho. En 2 Corintios 5:10, la Biblia nos advierte: 

"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo". 

Esta es una verdad poderosa que no podemos ignorar. Cada acción, cada palabra, cada pensamiento será evaluado por Dios mismo, y será recompensado o castigado en consecuencia.

Por lo tanto, es crucial que vivamos nuestras vidas con temor y reverencia hacia Dios, sabiendo que un día daremos cuenta ante Él. 

En Proverbios 9:10, leemos: 

"El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santo es inteligencia". 

El temor del Señor no es un miedo paralizante, sino un profundo respeto y reverencia por su soberanía y su justicia. 

Es este temor lo que nos impulsa a vivir vidas santas y obedientes, buscando siempre hacer su voluntad en todas las áreas de nuestras vidas.

Una de las áreas más importantes en las que debemos vivir con una perspectiva eterna es en nuestras relaciones con los demás. En Mateo 25:40, Jesús nos dice: 

"De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". 

Cada acto de amor y bondad que mostramos a los demás no solo tiene un impacto en este mundo, sino que también tendrá repercusiones eternas. 

Es por eso que debemos amar y servir a los demás como si estuviéramos sirviendo directamente al Señor mismo.

Además, debemos recordar que nuestras posesiones y riquezas en este mundo son temporales y pasajeras. En Mateo 6:19-21, Jesús nos instruye: 

"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 

Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". 

Nuestras posesiones terrenales no pueden acompañarnos más allá de esta vida, pero nuestras acciones y nuestro servicio a Dios y a los demás pueden tener un impacto eterno.

Es fundamental que vivamos nuestras vidas con una perspectiva eterna en mente, recordando que un día daremos cuenta ante el tribunal de Dios. 

Esto significa vivir en obediencia a su Palabra, amando y sirviendo a los demás, y buscando hacer su voluntad en todas las áreas de nuestras vidas. 

Que nuestras vidas reflejen la gloria de Dios y que nuestras acciones hablen de nuestro amor y devoción por Él.

En conclusión, vivir con una perspectiva eterna nos ayuda a mantener nuestras prioridades en orden y a recordar que este mundo no es nuestro hogar final. 

Somos ciudadanos del cielo, y un día daremos cuenta de nuestras vidas ante el tribunal de Dios. 

Que nuestras vidas reflejen nuestra fe y nuestro amor por Él, y que vivamos cada día con la esperanza y la certeza de nuestra herencia eterna en Cristo Jesús.

Que Dios los bendiga abundantemente.

Juan Manuel.



 #perspectiva eterna, 

#tribunal de Dios.

#hijos de Dios. 

#gloria de Dios. 

#propósito divino.

#temor del Señor. 

#vidas santas. 

#amor y servicio. 

#posesiones temporales.

#herencia eterna. 

#ciudadanos del cielo.





viernes, 5 de abril de 2024

 El Gran Conflicto en el Cielo 

La Victoria de Cristo y Nuestra Esperanza de Vida Eterna"

En el corazón del cristianismo  yace una narrativa poderosa y trascendental: el Gran Conflicto en el Cielo. 
Este relato, arraigado en las Sagradas Escrituras, revela la lucha cósmica entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás, que ha moldeado la historia de la humanidad y nuestro destino eterno.
En este mensaje, exploraremos cómo este conflicto determinó el destino del diablo y su impacto en nuestras vidas, así como la victoria definitiva de Jesucristo sobre las fuerzas del mal y cómo esta victoria nos brinda la esperanza de vida eterna junto a Él.

1. El Gran Conflicto en el Cielo:

Antes de que el mundo existiera, hubo un enfrentamiento épico en los reinos celestiales. 
Lucifer, un ángel creado por Dios, desafió la autoridad divina en un intento de usurpar el trono de Dios. 
Este levantamiento angelical desencadenó una guerra en el cielo, una batalla por la soberanía y la lealtad de los seres celestiales.

Versículos bíblicos relevantes:

- Isaías 14:12-15
  Apocalipsis 12:7-9
 
Lucifer, conocido luego como Satanás o el diablo, fue derrotado por Miguel, el arcángel, y fue arrojado del cielo junto con una tercera parte de los ángeles que se unieron a su rebelión. 
Esta caída marcó el comienzo del reinado del mal en la tierra y la introducción del pecado y la muerte en el mundo.

2. El Impacto en la Humanidad:

La rebelión de Satanás en el cielo tuvo repercusiones profundas en la vida humana. 
Desde la caída de Adán y Eva en el Jardín del Edén, la humanidad ha estado inmersa en una lucha espiritual contra las fuerzas del mal. 
El diablo, astuto y engañoso, ha trabajado incansablemente para desviar a la humanidad del camino de la verdad y la justicia.

Versículos bíblicos relevantes:

- Génesis 3:1-6
- Efesios 6:12
 
El pecado separó a la humanidad de Dios, dejando un vacío espiritual que solo podría ser llenado por la redención ofrecida a través de Jesucristo. Satanás ha usado todas sus artimañas para mantener a la humanidad en la esclavitud del pecado, pero gracias al sacrificio de Cristo en la cruz, ahora tenemos la esperanza de ser liberados y restaurados a la comunión con Dios.

3. La Victoria de Jesucristo:

En el momento adecuado, Dios envió a su Hijo, Jesucristo, al mundo para enfrentarse al poder de Satanás y redimir a la humanidad caída. Jesús, el Cordero de Dios, llevó a cabo una misión divina para salvar a los perdidos y restaurar lo que se había perdido en el Edén.

Versículos bíblicos relevantes:

- Juan 3:16
- Colosenses 2:15


Durante su ministerio terrenal, Jesús enfrentó las tentaciones y los ataques del diablo, pero en cada ocasión, demostró su poder y autoridad sobre el mal. En la cruz, Jesús triunfó sobre Satanás y conquistó el pecado y la muerte. 
Su resurrección demostró que él es el Señor sobre toda la creación y que su victoria es nuestra victoria.

4. Nuestra Esperanza en Cristo:

Como seguidores de Jesucristo, somos llamados a participar en la guerra espiritual contra las fuerzas del mal. 
A través de la fe en Cristo, podemos resistir al diablo y todas sus artimañas. 
Estamos revestidos con la armadura de Dios y equipados con el poder del Espíritu Santo para enfrentar las batallas espirituales que se nos presentan.

Versículos bíblicos relevantes:

- Efesios 6:10-18
- Santiago 4:7


La victoria de Jesucristo nos brinda la esperanza de vida eterna. Aquellos que creen en él y siguen su camino experimentarán la plenitud de la vida en comunión con Dios por toda la eternidad. A través de Cristo, tenemos la promesa de la salvación y la herencia de la vida eterna en el reino de los cielos.


El Gran Conflicto en el Cielo ha moldeado nuestra historia y determinado nuestro destino eterno. 
Aunque las fuerzas del mal pueden parecer poderosas, la victoria final pertenece a Jesucristo. 
En él encontramos la esperanza y la seguridad de la vida eterna. Que cada uno de nosotros pueda abrazar esta verdad y vivir en la plenitud de la victoria que Cristo ha ganado para nosotros. Amén.

Este mensaje está enraizado en las verdades eternas de la Palabra de Dios y ofrece esperanza y consuelo a aquellos que buscan respuestas en medio de la lucha espiritual. Que sea una luz para guiar a muchos hacia la verdad y la vida en Cristo Jesús.
Juan Manuel

miércoles, 3 de abril de 2024

 La Consecuencia de Morir sin Aceptar a Cristo 

"Una Reflexión Profunda sobre el Tribunal de Dios"


En el trajín cotidiano de la vida, es fácil pasar por alto la realidad trascendental de nuestra existencia. 

A menudo, nos sumergimos en nuestras responsabilidades diarias, nuestras metas terrenales y nuestras relaciones personales, olvidando que cada uno de nosotros está en un viaje espiritual con implicaciones eternas. 

Pero, ¿qué sucede cuando esta travesía llega a su fin y nos enfrentamos al umbral de la muerte? 

¿Qué implica realmente estar parados ante el tribunal de Dios?

En el corazón de estas preguntas yace una verdad fundamental: nuestra respuesta a Jesucristo determina nuestro destino eterno.

Para algunos, esto puede parecer una idea abstracta o incluso intimidante, pero es esencial abordarla con seriedad y reflexión.

En este mensaje, exploraremos las consecuencias de morir sin haber aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador, así como la profunda reflexión sobre lo que diremos a Dios por no haber sido fieles a su palabra.


I. La Realidad de la Muerte y sus Consecuencias Eternas.


La muerte es una realidad innegable en la experiencia humana.

 A lo largo de los siglos, filósofos, poetas y teólogos han reflexionado sobre su significado y sus implicaciones. 

Sin embargo, en el contexto de la fe cristiana, la muerte adquiere una dimensión única y trascendental. 

La Biblia nos enseña que "el salario del pecado es muerte" (Romanos 6:23), y que cada uno de nosotros enfrentará un juicio final ante Dios (Hebreos 9:27).

Es en este juicio final donde nuestras decisiones terrenales tendrán consecuencias eternas. 

Para aquellos que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador, la muerte no es el final, sino el comienzo de una vida eterna en comunión con Dios (Juan 3:16). 


II. La Importancia de Aceptar a Cristo como Señor y Salvador.


En medio de la oscuridad y el temor que rodea a la muerte, la buena noticia del evangelio brilla como una luz de esperanza. Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, ofreciendo perdón, redención y vida eterna a todos los que creen en Él (Juan 3:17). 

Su sacrificio en la cruz es la única forma de reconciliación con Dios y de escape del juicio eterno.

Aceptar a Cristo como nuestro Señor y Salvador no es simplemente una cuestión de creencias teológicas, sino una decisión que transforma radicalmente nuestras vidas. 

Significa reconocer nuestra necesidad de salvación, arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en la obra redentora de Cristo en la cruz. 

Es abrir nuestros corazones a su amor incondicional y permitir que Él sea el Señor de nuestras vidas.

Sin embargo, la tragedia radica en aquellos que rechazan esta oferta de salvación. 

Por diversas razones, algunos eligen ignorar o despreciar el mensaje del evangelio, apostando su destino eterno en sus propias fuerzas o en falsas esperanzas. 

Pero la realidad es que fuera de Cristo no hay salvación (Hechos 4:12), y aquellos que mueren sin haberle aceptado como su Señor y Salvador enfrentarán las terribles consecuencias de su elección.


III. La Consecuencia de Morir sin Aceptar a Cristo:


Imagina por un momento estar parado ante el tribunal de Dios, enfrentando la realidad de tu vida terrenal y tus decisiones eternas. 

¿Qué dirás cuando se te pregunte por qué rechazaste la oferta de salvación que se te extendió con tanto amor y gracia? 

¿Qué excusas podrás ofrecer por no haber aceptado a Cristo como tu Señor y Salvador?

En ese momento solemne, no habrá lugar para las evasivas o los arrepentimientos tardíos. 

La verdad desnuda de nuestras vidas será expuesta ante la presencia santa de Dios, y nos daremos cuenta del peso de nuestras decisiones. 

Habrá aquellos que intentarán justificar sus acciones, culpando a otros o negando la realidad del juicio eterno. 

Pero la verdad es que cada uno de nosotros es responsable de nuestras propias decisiones, y tendremos que rendir cuentas ante Dios por ellas.

La realidad del infierno es una verdad difícil de aceptar, pero es una parte integral del mensaje del evangelio. 

Jesucristo habló claramente sobre la realidad del infierno como un lugar de tormento eterno, reservado para aquellos que rechazan la verdad y el amor de Dios (Mateo 25:46). 

No es la voluntad de Dios que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9), pero la decisión final recae en cada individuo.


IV. La Urgencia de la Decisión.


Ante la realidad trascendental de la muerte y sus consecuencias eternas, la urgencia de la decisión se hace evidente. 

No podemos posponer indefinidamente nuestra respuesta al llamado de Dios. 

La vida es frágil y fugaz, y nunca sabemos cuándo llegará nuestro último aliento. 

Por lo tanto, es crucial tomar una decisión consciente y definitiva sobre nuestra relación con Cristo mientras todavía tenemos la oportunidad.

La buena noticia es que la puerta de la salvación está abierta para todos los que la buscan sinceramente. 

No importa cuán lejos hayamos caído o cuán oscuro sea nuestro pasado, el amor de Dios es más grande que nuestros pecados. 

Él está dispuesto a perdonar, restaurar y transformar nuestras vidas si tan solo nos volvemos a Él en arrepentimiento y fe.

En última instancia, la decisión de aceptar o rechazar a Cristo como nuestro Señor y Salvador es la más importante que jamás haremos. 

Define nuestro destino eterno y determina nuestra relación con Dios por toda la eternidad. 

Ante la realidad trascendental de la muerte y el juicio de Dios, es crucial tomar esta decisión con seriedad y reflexión.

Que este mensaje sirva como un llamado a la reflexión profunda sobre nuestras vidas y nuestras relaciones con Dios. 

Que nos inspire a buscar sinceramente la verdad y a tomar decisiones que reflejen nuestra fe en Cristo. Y que nunca olvidemos la gravedad de morir sin haber aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador, ni las terribles consecuencias que esto conlleva.

Que cada uno de nosotros pueda enfrentar el tribunal de Dios con confianza y esperanza, sabiendo que hemos vivido nuestras vidas en obediencia a su palabra y en comunión con su Hijo amado. 

Y que podamos escuchar esas palabras tan esperadas: 

"Bien hecho, buen siervo y fiel... Entra en el gozo de tu Señor" (Mateo 25:21).

Juan Manuel