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lunes, 6 de noviembre de 2023

 ¿AMAR -- OBEDECER?

La diferencia entre amar a Dios y simplemente obedecer sus mandamientos, según la Biblia, es fundamental en la vida de un creyente y en su relación con Dios, amar a Dios implica una conexión profunda y personal, mientras que obedecer sus mandamientos es una manifestación de ese amor. A lo largo de la Biblia, se nos proporcionan versículos que ilustran esta distinción y enfatizan la importancia de ambas dimensiones en la relación con Dios.

  1. Amar a Dios:

El amor a Dios se origina en el corazón y va más allá de la simple obediencia, Jesús lo explicó claramente cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más grande:

"Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, este es el primero y grande mandamiento." (Mateo 22:37-38)

Amar a Dios significa tener una relación íntima con Él, dedicarle nuestro corazón, alma y mente, es un amor que nos lleva a buscar su presencia, a adorarlo, a orar y a mantener una comunicación constante con Él, en el Salmo 42:1, el salmista expresa este deseo profundo de amar a Dios: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía."

  1. Obedecer los mandamientos:

La obediencia a los mandamientos de Dios es una parte esencial de nuestra fe y amor por Él.

Jesús dijo:

"Si me amáis, guardad mis mandamientos." (Juan 14:15)

La obediencia a los mandamientos de Dios es una manifestación concreta de nuestro amor por Él, al seguir sus mandamientos, demostramos que confiamos en su sabiduría y que deseamos vivir de acuerdo con sus principios, la obediencia a los mandamientos también es esencial para mantener una relación saludable con Dios, ya que el pecado puede separarnos de su presencia.

  1. Amar y obedecer:

La Biblia nos insta a amar a Dios y obedecer sus mandamientos de manera conjunta, en Deuteronomio 6:5-6, se nos da un mandato claro:

"Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón."

El amor y la obediencia se complementan mutuamente. Cuando amamos a Dios sinceramente, deseamos obedecer sus mandamientos, por otro lado, al obedecer sus mandamientos, demostramos nuestro amor por Él, en Juan 14:21, Jesús lo explicó de la siguiente manera:

"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él."

La obediencia no debe ser vista como una carga, sino como una expresión de nuestro amor por Dios, los mandamientos divinos no son reglas opresivas, sino principios que nos guían hacia una vida plena y en armonía con Dios.

  1. Amar a Dios y al prójimo:

Jesús también enfatizó la importancia de amar al prójimo como una extensión de nuestro amor por Dios, En Mateo 22:39-40, dijo:

"Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas."

Amar a Dios y amar al prójimo son inseparables en la enseñanza de Jesús, cuando amamos a Dios sinceramente, también amamos a nuestros semejantes y buscamos servirles y tratarlos con amor y compasión.

En resumen, la diferencia entre amar a Dios y simplemente obedecer sus mandamientos radica en la profundidad de la relación, amar a Dios implica un amor sincero, una devoción y un deseo de estar en su presencia, mientras que obedecer sus mandamientos es la manifestación concreta de ese amor en nuestras acciones diarias, ambos aspectos son cruciales en la vida de un creyente y están intrínsecamente conectados, ya que el amor a Dios nos motiva a obedecer sus mandamientos y vivir una vida que le agrade.


Que Dios nos bendiga, nos guie e ilumine


Juan Manuel

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