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viernes, 29 de marzo de 2024

LA SALVACIÓN



En la fe cristiana, la creencia en el amor redentor de Dios a través de su hijo Jesucristo es el fundamento de la salvación.

Este acto de amor incondicional se manifiesta en el sacrificio supremo de Jesús en la cruz para liberar a la humanidad de sus pecados y ofrecerle la vida eterna. 

La historia de la salvación comienza en el Antiguo Testamento, con profecías que anuncian la venida de un Mesías que redimirá a su pueblo. 

En el Nuevo Testamento, encontramos el cumplimiento de estas profecías en la persona de Jesucristo, el hijo de Dios que vino al mundo para cumplir esta misión redentora. 

En Juan 3:16 encontramos uno de los versículos más conocidos y citados de la Biblia, que resume de manera clara y contundente el amor de Dios hacia la humanidad: 

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". 

Este versículo nos muestra la intensidad y la grandeza del amor divino, que se manifiesta en el sacrificio de Jesús para concedernos la vida eterna. 

El apóstol Pablo también nos habla del amor de Dios en Romanos 5:8, donde dice: 

"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". 

Este pasaje nos recuerda que el amor de Dios no se condiciona a nuestra perfección o bondad, sino que se manifiesta de manera desinteresada incluso cuando estábamos en pecado. 

La muerte de Jesús en la cruz es el acto supremo de amor de Dios hacia la humanidad. 

En Juan 15:13, Jesús mismo nos dice: 

"Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos". 

Jesús se sacrificó por nosotros, sus amigos, para redimirnos y ofrecernos la vida eterna. 

Este acto de amor nos revela la profundidad del amor divino y nos invita a responder a ese amor con gratitud y fidelidad. 

La salvación a través de Jesucristo es un regalo gratuito que podemos recibir por fe.

Efesios 2:8-9 nos dice: 

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". 

No podemos ganarnos la salvación a través de nuestras obras o méritos, es un regalo que Dios nos ofrece por su infinito amor y misericordia. 

Al recibir a Jesucristo en nuestro corazón y creer en él como nuestro Señor y Salvador, somos reconciliados con Dios y recibimos el perdón de nuestros pecados. 

En 1 Juan 1:9 leemos: 

"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". 

El perdón de Dios es total y completo, y nos ofrece una nueva vida en comunión con él. 

El amor de Dios en enviar a su Hijo al mundo para salvarnos es un testimonio de su amor incondicional por la humanidad. 

Como dice Romanos 8:38-39: 

"Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro". 

Nada puede separarnos del amor de Dios manifestado en Jesucristo, que nos ofrece la vida eterna y la salvación. 

Entonces diremos que el amor redentor de Dios a través de su hijo Jesucristo es el fundamento de la fe cristiana.

El sacrificio de Jesús en la cruz nos ofrece la salvación y la vida eterna, que podemos recibir por fe y gracia de Dios. 

Este amor incondicional nos llama a responder con gratitud y fidelidad, viviendo en comunión con él y testimoniando su amor a los demás. 

Que este mensaje de amor y salvación resuene en nuestros corazones y nos inspire a vivir vidas transformadas por el amor de Dios. 

¡Gloria a Dios por su amor redentor 

en Jesucristo nuestro Salvador!

Juan Manuel

 





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